El juego de hacer versos, que no es un juego sino algo parecido al placer solitario.

“La poesía, para mí, no puede ser vulgar aunque imite la vulgaridad a veces, la poesía es juagar con el lenguaje como si fuera mágico, aprender a pensar en renglones contados, un buen poema es capaz de contener en unos pocos versos el sentido de un libro entero porque economiza en un juego de metáforas y ritmos sonoros que contienen muchas capas de interpretación”

“los mejores poemas son mutables, son palabras que quieren hacerse tuyas, engancharse a tu cerebro como lapas de sabiduría que aspiran a ser parte de tu vida”

Tipos de verso:


Verso libre (iniciado a final del siglo XVIII)

El verso libre iniciado a final es del XVIII –contra lo que pueda sugerir la idea– no es un orden anárquico de sílabas, sino una multiplicidad de estructuras complejas que subvierten las tradicionales del soneto o el romance. Pero la poesía sigue dependiendo de la música del lenguaje.

Verso endecasílabo y las églogas

Desde el renacimiento, el verso endecasílabo de Petrarca o Dante Alighieri influenció a la cultura europea, y las églogas de Garcilaso de la Vega imitaron la forma de los poetas italianos.

Soneto y romance

Después llegó el Siglo de Oro, y el soneto se convirtió en la forma más refinada del verso hispánico: catorce endecasílabos en cuatro estrofas rimadas. Cervantes reconoció que le frustraba, pero Góngora y Quevedo hicieron maravillas insultándose en esta forma, como ejemplifica Quevedo en el famoso “A una nariz”, en que rima en endecasílabos vengativos contra la napia de su mayor rival.

El soneto y el romance fueron durante siglos las formas más aceptadas de la poesía española, y el brillante Federico García Lorca se ciñó a estas formas en su Romancero Gitano, para romperlas después con Poeta en nueva york .

Experimentación: La forma


El verso libre llegó a España en el siglo XIX con el romanticismo, pero para hacer un buen verso libre es necesario haber entendido antes la tradición. Por eso recomiendo a los poetas experimentar con las formas tradicionales, para entender profundamente estas estructuras clásicas, aprendiendo a expresarse en ataúdes medidos entre dos cuartetos y dos tercetos.

Una vez superado el obstáculo, habrá que entender el verso libre: el endecasílabo se mezcla bien con versos impares como el septasílabo, el eneasílabo o el alejandrino. El octosílabo se parece más a una canción, y es mejor acompañarlos de sílabas pares y versos cortos.

Pero el mayor enemigo de la forma es lo que llamo prosa recortada: poemas sin estructura con versos que podrían ser leídos en prosa, sin nociones de ritmo o composición, que intentan justificarse únicamente mediante el uso de la metáfora, como si ese recurso fuera ajeno a la prosa.

Experimentación: El contenido


La poesía es “aprender a pensar en renglones contados, y no en los sentimientos con que nos exaltábamos”. Cuando hayas llegado a dominar la complejidad de las formas y sus sutilezas, tendrás que escribir algo que valga la pena. Las estructuras silábicas se aprenden, pero la poesía no es sólo ritmo, también hay contenido.

Después de dominar el soneto y el romance, te va a tocar entender la metáfora y la simbología: tu deber es económico. Las imágenes y las metáforas que buscas sirven para transmitir en pocas palabras lo que novelas enteras dicen en cientos de páginas. El mínimo número de palabras para expresar el máximo sentido, a través de las visiones mejor elegidas. Una novela necesita 600 páginas para expresar una idea profunda, el buen poeta es capaz de hacer una obra maestra en dos, y el lector será capaz de memorizarla.

En mi opinión, el haiku japonés es la forma más depurada y perfecta de la poesía. Tres versos de cinco, siete, cinco que contienen cosmovisiones enteras a través de metáforas precisas que aspiran a ser recordadas. Esto no quiere decir que los poemas largos de verso libre sean menos valiosos: Howl de Allen Ginsberg hace versos que imitan el ritmo de su respiración y los carga de contenido trascendental.

Si quieres ser poeta, tendrás que descubrir tu propio ritmo de sílabas y tambores, y la extensión del poema debiera limitarse por una simple regla: todo aquello que no sume al contenido del poema, resta su calidad. Dicho con palabras más concretas: lo que no suma, resta. Esto es fundamental en cualquier obra artística; no se trata de escribir poemas largos, sino versos certeros.

El verso final


El verso final es el más importante de cada poema, la imagen que ha servido de faro para guiar la singladura de los versos debería estallar en los versos finales. Un ejemplo ideal de poeta que sabía terminar sus poemas lo encontramos en el maravilloso Charles Baudelaire, que cierra su apertura de Las flores del mal acusando al lector de ser un hipócrita, un hermano y un semejante. Cuando compara el albatros con un poeta, lo reconoce como “un exiliado sobre el suelo de la grita/ con alas gigantes que le impiden marchar”.

Cuando Jaime Gil de Biedma cierra su mítico poema contra sí mismo, pronuncia: “¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos! ¡Y la más innoble que es amarse a sí mismo!”. Hay que saber cerrar, concretar toda la intensidad de las sílabas pasadas en una imagen perfecta. Aquel verso o metáfora perfecta puede llegar antes de escribir o tras muchos intentos en falso, pero vale la pena hacer del lenguaje un mago que nos dicte el final, el último verso perfecto.

CONCLUSIÓN La buena poesía cuesta mucho más de lo que aparenta, y tiene mayor valor que el que le damos. Escribir un mal poema carece de mérito, es como hacer una cabaña de hojas de palmera y llamarla arquitectura, aunque por lo visto a las editoriales les gusta imprimir hojas de palmera y llamarlas poesía.

Una vez un amigo me dijo que nada hacía más daño a la poesía que la mala poesía, pero si no queremos cantar en vano tendremos que ser sinceros, y romper con el verso barroco del inseguro, pero escupir también sobre las metáforas gastadas de la cursi solemnidad.

Abriremos nuestras tripas en canal y nos descubriremos a través de la magia del lenguaje, caminaremos por el desierto del idioma a la búsqueda de columnas y espejismos, para buscarnos a nosotros mismos en las metáforas de los pensamientos y los sueños.

Al final de todo creo que hay una cueva en la que los mejores poetas encuentran su propia voz, que es el conocimiento y la sabiduría de sí mismos. Pero bueno, sólo los clásicos han llegado tan lejos, el resto todavía podemos aspirar a los destellos del verbo hecho tango, a este ejercicio que llega a emborracharnos.

El juego de hacer versos, que no es un juego, es algo que acaba pareciéndose al vicio solitario.


1. Historia de la poesía


La historia de la poesía es larga y está llena de complejidad, pero voy a intentar explicarlo de la forma más sencilla posible. Su origen se remonta a la antigüedad, cuando el analfabetismo era casi completo y los relatos se transmitían de forma oral. La naturaleza oída y cantada de estos relatos requería de una estructura que los hiciera fáciles de memorizar e incluso de musicalizar.

Los poemas más antiguos que tenemos —el Gilgamesh, la Ilíada o la Odisea— son historias épicas diseñadas para transmitirse de memoria y en viva voz, en un tiempo en que no existía la imprenta y casi nadie sabía leer. Homero era ciego y no escribía: memorizaba sus obras, que nos han llegado gracias a quienes las pusieron por escrito. Esta tradición se mantendría durante siglos. Incluso la Biblia está escrita en versículos.

En el medievo, juglares y trovadores relataban mediante canciones historias de autores anónimos. El Cantar del Mío Cid toma el verso medieval para explicar la larga gesta de Rodrigo Díaz de Vivar en la reconquista de la península ibérica. Como casi todo texto medieval, su autor es anónimo.

Pero sucede un milagro tecnológico a mediados del siglo XV: la imprenta de Gutenberg consiguió reproducir rápidamente las obras que hasta entonces se copiaban a mano. Con este avance, la poesía oral pudo finalmente distribuirse en papel, dejando a un lado su rol como método de transmisión de historia y cultura.

La poesía se infiltró en nuevas disciplinas. Si bien el verso ya se utilizaba en el teatro antiguo, durante el resurgir del drama teatral en el Siglo de Oro español o en la Inglaterra isabelina, el refinamiento del verbo instaló la poesía en la cultura popular. Desde Calderón de la Barca hasta William Shakespeare, estos autores reconocieron que el verso no sólo hacía las frases más memorables para los actores, sino también más bellas para el público. Todo esto se reforzaba en las estructuras que nuestros profesores de secundaria intentaron hacernos entender: la métrica, la rima, las metáforas y los simbolismos. Todo estaba allí, sobre el escenario, y el público se deleitaba.

Después de este siglo de gloria, que nos dejó a poetas como Calderón, Lope de Vega, Góngora o Quevedo, la poesía del Siglo de Oro vino a conformar gran parte del carácter de España, igual que los ingleses asimilaron a Shakespeare. En este estadio, ya no era ni teatro ni transmisión cultural: aquellos poemas se sostienen solos, existen por el placer de ser leídos.

2. La rima


Hora de rebobinar hacia adelante y saltarnos varios siglos para llegar al siglo XX, un tiempo problemático y febril. Nos enfrentamos a un cambio radical en que las modas del siglo XIX se apagaron ante la irrupción violenta de las vanguardias literarias. Ocurrieron en todas partes: André Breton, Tristan Tzara, Marinetti, Apollinaire… la lista es larga y las perspectivas complejas.

La poesía de vanguardia no requería ni métrica, ni verso, ni prosa. Era un arrebato surrealista y libre en el que todas las reglas eran sometidas a crítica, y todas las artes se mezclaban para buscar un nuevo significado. Tras la revolución industrial y el nacimiento del psicoanálisis, la poesía del siglo XX se desprendió de sus reglas más férreas para volverse una forma de expresión literaria totalmente desatada de los confines.

Ejemplo de ello es Federico García Lorca que en 1928 escribió el Romancero gitano, en verso tradicional, y en 1930 Poeta en Nueva York, completamente surrealista y en verso libre. Ambos libros son fantásticos, pero el segundo es el más radical dejando el casto octosílabo para entregarse al caos surrealista del verso libre, el poema no carece de orden ni de métrica: ha inventado sus propias reglas. Se basa en el aliento rítmico de su autor y se nota en el resultado.

En resumen, en pleno siglo XXI, abrazados a la posmodernidad, no hay reglas aparentes para la poesía. Esto es un método defendible si se ha alcanzado el conocimiento adecuado, pero como en la música: para romper las reglas primero hay que conocerlas. Para escribir un poema sin métrica ni rima que sea verdadera poesía y no simple prosa cortada, hay que asimilar las lecciones del ritmo y de la métrica. Sólo así el poeta puede encontrar su propia voz.

3. Conclusión


Pero el espectador se preguntará: ¿qué es al final la poesía? Si las vanguardias lo pusieron todo patas arriba, ¿cualquier texto rítmico puede considerarse poesía? Lo cierto es que sí, la podemos considerar mala poesía, pero este arte, a estas alturas de la historia, ya no es la transmisión oral o el teatro, el poema es un conjunto íntimo de palabras que buscan transmitir un pensamiento o un sentimiento, pero sobre todo hacerlo de la forma más descarnada y sincera, sin acudir a tópicos ni lugares comunes.

La poesía es resignificación, la poesía busca elevar vidas mostrando las maneras en que nuestro lenguaje puede alzar lo más común o hacer familiar lo más sagrado, la simple combinación de palabras en un buen verso puede tener más impacto en nuestra forma de ver el mundo que un libro entero de filosofía. Jaime Gil de Biedma decía: “La mejor poesía es el verbo hecho tango” y los poemas son un modo que adoptamos para que nos entiendan y nos entendamos, tango porque nos despierta en la noche y nos hace bailar su tristeza sílaba a sílaba hasta hacernos conscientes de nuestro cuerpo.

Aprenderse un poema que nos enamora es un proceso de autoconocimiento, queda bien citarlo en publico, si, pero lo más importante es ser capaz de recitártelo a ti mismo frente al espejo, cuando un poeta a tocado tu alma con sus letras su obra puede convertirse en el mantra que te mantenga cuerdo cuando y consciente de la realidad cuando el mundo se derrumba.

Escribir un poema se parece a una oración que gritamos al cielo, una reafirmación de nuestras ganas de vivir en un mundo aberrante, pero no por ello menos digno de ser amado.

El juego de hacer versos —que no es un juego— nos lleva a lo más profundo de nosotros mismos. Un poema es una serie de palabras meticulosamente ordenadas para poder encontrarnos en ellas.

Hay un poema para cada persona, la cuestión es encontrarlo, hay unos versos para ti, que te pueden aclarar como te sientes y te harán sentir acompañado.

Recomendaciones:

  • Rimas y leyendas - Becker
  • Cernuda, (vivir de amor y tristeza)
  • Gata Cattana
  • Romancero gitano - Lorca
  • Sonetos del amor oscuro - Lorca
  • Poema del Cante Jondo - Lorca
  • La realidad y el deseo - Cernuda
  • Las nubes - Cernuda
  • Ocnos - Cernuda
  • El amor, las mujeres y la vida - Benedetti
  • Rincon de haikus - Benedetti
  • 100 Sonetos de amor - Neruda
  • Veinte poemas de amor y una canción - Neruda
  • Antología poética - Víctor Hugo

TEORIA:


Tipo de rima:

  • Consonante: Riman vocales y consonaste desde la última vocal acentuada
  • Asonante: Riman solo las vocales desde la última vocal acentuada

Tipo de arte:

  • Mayor: Versos de 9 sílabas o más
  • Menor: Versos de 8 sílabas o menos

Sinalefa: unión de dos silabas en una, contabilizando 1 silaba en lugar de dos

Acentuación final:

  • Palabra aguda: +1 sílaba
  • Esdrújula: -1 sílaba

Agudas

  • Sílaba tónica: Última sílaba.
  • Ejemplos: “amor”, “café”, “canción”.
  • Acentuación: Llevan tilde cuando terminan en vocal, -n o -s. 

Llanas (o graves) 

  • Sílaba tónica: Penúltima sílaba.
  • Ejemplos: “árbol”, “fácil”, “silla”.
  • Acentuación: Llevan tilde cuando terminan en cualquier consonante que no sea -n o -s. 

Esdrújulas

  • Sílaba tónica: Antepenúltima sílaba.
  • Ejemplos: “música”, “teléfono”, “sábado”.
  • Acentuación: Siempre llevan tilde.

Tipos de estrofas

  • Pareado: dos versos tanto de arte mayor o menor y cuya rima habitualmente es consonante.

  • Terceto: tres versos de arte mayor y rima consonante. Habitualmente aparecen varios tercetos juntos que reciben el nombre de encadenados y cuya rima suele ser ABA/BCB/CDC…

  • Cuarteto: cuatro versos de arte mayor, generalmente endecasílabos (once sílabas) y rima consonante ABBA.

  • Redondilla: cuatro versos de arte menor, generalmente octosílabos (ocho sílabas), y rima consonante abba.

  • Serventesio: cuatro versos de arte mayor, generalmente endecasílabos (once sílabas) y rima consonante ABAB.

  • Cuarteta: cuatro versos de arte menos, generalmente octosílabos (ocho sílabas) y rima consonante abab.

  • Cuadena vía: cuatro versos alejandrinos (catorce sílabas) con una única rima (monorrimos) consonante AAAA. Se le conoce también como tetrástrofo monorrimo.

  • Lira: Cinco versos, mezcla de arte mayor (endecasílabos) y arte menor (heptasílabos) y cuya rima consonante es 7a 11B 7a 7b 11B.

  • Quintilla: Cinco versos de arte menor y rima consonante. La rima no sigue ningún esquema, pero no puede haber más de dos versos seguidos con la misma rima, no puede terminar en pareado ni puede quedar ningún verso suelto.

  • Copla de pie quebrado: formada por seis versos octosílabos y tetrasílabos y rima consonante con este esquema 8a 8b 4c 8a 8b 4c.

  • Octava real: ocho versos endecasílabos con rima consonante 11A 11B 11A 11B 11A 11B 11C 11C.

  • Décima: diez versos, generalmente octosílabos y rima consonante 8a 8b 8b 8a 8a 8c 8c 8d 8d 8c.

Tipos de versos

  • 2 Sílabas: Bisílabo
  • 3 Sílabas: Trisílabo
  • 4 Sílabas: Tetrasílabo
  • 5 Sílabas: Pentasílabo
  • 6 Sílabas: Hexasílabo
  • 7 Sílabas: Heptasílabo
  • 8 Sílabas: Octosílabo
  • 9 Sílabas: Eneasílabo
  • 10 Sílabas: Decasílabo
  • 11 Sílabas: Endecasílabo
  • 12 Sílabas: Dodecasílabo
  • 13 Sílabas: Tridecasílabo
  • 14 Sílabas: Alejandrino

La sinalefa

Denominamos sinalefa a la agrupación en una sílaba métrica de dos o más vocales pertenecientes a palabras distintas. Cuando una palabra termina en vocal y la palabra siguiente comienza con vocal, generalmente, las vocales se unen por razones fónico-rítmicas en una sílaba métrica. Puede haber sinalefa incluso cuando las palabras están separadas por un signo de puntuación. En el siguiente verso octosílabo de Espronceda hay dos casos de sinalefa:

  • Vien-to en po-pa, a to-da ve-la

El siguiente cuarteto de Vicente Gaos ejemplifica bien el uso de la sinalefa, con un acumulo, poco frecuente, de cuatro sinalefas en el último verso:

  • ¿Qué fue de tan-to a-mor por tan-ta da-ma?
    só-lo ce-ni-zas de la in-men-sa pi-ra
    se nu-bla la mi-ra-da, el cuer-po ex-pi-ra,
    y el al-ma quie-re a-sir-se a la al-ta ra-ma.

El hiato

El idioma español favorece la sinalefa como un proceso natural. En ocasiones, sin embargo, los poetas hacen uso del hiato para impedir la sinalefa y marcar un ritmo o para mantenerlo. El hiato consiste, pues, en la pronunciación en dos sílabas diferentes la vocal final de una palabra y la vocal inicial de la palabra siguiente. El hiato es frecuente cuando la vocal inicial de palabra lleva acento de intensidad rítmico, especialmente en el caso de la penúltima sílaba del verso. Así en los siguientes versos endecasílabos de Vicente Gaos, el primero, y de Fray Luis de León, el segundo:

  • No sa-be que es a-mor quien no te a-ma

  • A-llí te lo-gra-rás, y a ca-da u-no

También las conjunciones, sobre todo la conjunción “y”, requieren del hiato cuando se unen como semiconsonante a la vocal siguiente. Así lo usa Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz en los siguientes versos endecasílabos:

  • Por-que, en-tre un la-bio y o-tro co-lo-ra-do

  • Y lue-go des-ma-ya-da y en-co-gi-da

En estos dos ejemplos, la letra “y” adquiere el valor de una semiconsonante y se une sólo a la vocal siguiente.

La diéresis

Cuando la separación de vocales que normalmente formarían una sola sílaba sucede dentro de una palabra, lo denominamos diéresisDiéresis es, pues, la separación de las dos letras de un diptongo en dos sílabas para los efectos de la medida de los versos. La diéresis implica una ruptura en la pronunciación normal de una palabra, por lo que coloca especial énfasis en dicha palabra. Su uso no es frecuente en poesía. Se señala colocando una diéresis, dos puntos (ï-ü), sobre la vocal afectada. Los siguientes tres ejemplos son versos endecasílabos, los dos primeros de Góngora y el último de Fray Luis de León:

  • No só-lo_en pla-ta_o vï-o-la tron-ca-da

  • Cuan-to más dí-a de jü-i-cio se_ha-lle

  • La del que hu-ye_el mun-da-nal rü-i-do

La sinéresis

La sinéresis es una licencia poética opuesta a la diéresis; es decir, sinéresis es la unión en una sílaba de dos vocales fuertes que gramaticalmente pertenecen a sílabas diferentes. Mientras la diéresis es un recurso culto que produce una pronunciación anómala, la sinéresis se aproxima más al leguaje popular relajado. Su uso es infrecuente. De los dos ejemplos que anotamos, el primero es un verso de 12 sílabas de Getrudes Gómez de Avellaneda, el segundo un verso alejandrino (verso de 14 sílabas métricas), de José Asunción Silva:

  • Del ge-nio la_au-reo-la ra-dian-te su-bli-me

  • Con mo-vi-mien-to rít-mi-co se ba-lan-cea_el ni-ño