Sociedad del espectáculo


Guy Debord fue un escritor cineasta y filósofo francés del siglo XX conocido sobre todo por su libro La sociedad del espectáculo, él se calificó como estratega, pues queria ser teórico y práctico del camino que por fin llevaría a la revolución.

“Toda la vida de aquellas sociedades en las que prevalecen las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de “espectáculos”. Todo lo que una vez fue directamente vivido se ha transformado en mera representación”

“El espectáculo es capital acumulado hasta el punto de que se convierte en imagen”

Es decir, el espectáculo es el capital, es lo que se nutre de todo nuestro esfuerzo, lo que se acumula en la sociedad moderna, es una nueva forma que ha adoptado en la evolución del capitalismo, primero se pasó del ser al tener y ahora se ha pasado del tener al parecer, el espectáculo es a la vez consecuencia del desarrollo capitalista y mecanismo de defensa del sistema capitalista.

Cuando la primera acumulación de capital ya se ha producido, cuando hay una sobreabundancia de mercancías, como apuntalamos, el fetichismo de la mercancía, es necesaria más colaboración del proletario, ya no solo se le necesita en su horario de trabajo para producir mercancía, sino que en su tiempo de ocio tiene que dedicarse a consumir lo que sea conveniente para la economía, cómo no. Y además debe permanecer en estado de absoluto aislamiento, de total impotencia, de forma que parezca que por muchas desilusiones que su no vida y su consumo le produzcan, esto es lo que hay por toda la eternidad.

El individuo no existe, es un espectador, el espectáculo le aparta de la actividad, lo mantiene pasivo, la vida no se vive, se permanece en una no vida.

“El espectáculo es el estadio en el que la mercancía ha conseguido colonizar toda la vida social.”

“Con la segunda revolución industrial el consumo alienado se ha convertido en un deber de las masas, igual que la producción alienada.”

Así que aunque sí, es evidente que el espectáculo tiene que ver con el desarrollo de los medios de comunicación y que ahora se puede relacionar en nuestra sociedad digital con la infinita proliferación de pantallas en nuestras vidas, no es ni mucho menos solo eso. El espectáculo no es una colección de imágenes, sino una relación social entre personas que está mediatizada por imágenes. La imagen, la apariencia, permite impulsar el aumento del consumo, permite controlar al proletario fuera de su trabajo, pero sobre todo es el mecanismo ideal de separación.

Como Marx, Debord cree que la vía para la liberación está en la adquisición de plena conciencia histórica, y eso queda obstaculizado separando a los proletarios entre sí, todos aislados, espectadores de una apariencia. No nos comunicamos más que a través de ella, no hay diálogo ni conciencia de la realidad. La burguesía ha sido la única clase social cuya revolución ha triunfado; nos dejó en herencia la veneración del crecimiento económico, la subordinación de las personas a la economía, además como producción en necesario y constante aumento cuantitativo sin cambios cualitativos.

Esto es lo que nos ha traído hasta aquí. Estamos en un círculo vicioso de aislamiento de masas melancólicas, eternamente decepcionadas y cada vez más atrapadas. El espectáculo es un monólogo, es un totalitarismo, es nuestra condena a la alienación, es una irrealidad, un espejismo. Por eso Debord cree que tomar conciencia histórica de nuestra situación es la única posibilidad de abolir el espectáculo.

Revolución, Internacional situacionista


Las ideas mejoran se nos dice en La sociedad del espectaculo, hay que seguir planteando y replanteando siempre para avanzar en la lucha de clases hacia la revolución, Debord creía que más alla de la teoria la revolución era posible en la práctica, en 1987 llevaba años buscando con sus acciones lograr esa toma de conciencia del proletariado, acercarnos a la revolución que es la liberación.

En La sociedad del espectáculo, Debord incluye muchos puntos ya enunciados entre los objetivos de la “Internacional situacionista” fundada por el mismo en 1957.

El situacionismo fue un movimiento artístico subversivo, una forma particular de arte participativo que busca generar situaciones en la que el individuo pueda avanzar hacia cosas como la abolición del espectáculo como relación social, una mayor participación en su propia vida o una recuperación de la comunicación.

Es decir, el situacionismo buscaba crear actividades que sacaran al individuo de su rutnina o no vida, para hacerla a la vez más interesante y que pudiese destaparse la apariencia que nos envuelve para desvelar la verdad de nuestra situación, el movimiento utilizo, por ejemplo, la “Deriva” caminar sin rumbo para encontrar ambientes y situaciones fuera de la rutina, la “Psicogeografía” analizar los efectos de los diferentes ambientes atravesados sobre la persona, el “Urbanismo unitario” el diseño de proyectos de reformulación de las ciudades y el “Detournement” la reutilización de obras de otros modificadas para alterar incluso inverstir su significado.

Espectáculo concentrado y difuso


Es evidente en Debord que todos somos proletarios, todos estamos en la misma no vida. El capital ha ganado y lo ha ocupado todo, incluso el bloque llamado comunista. Debord distingue entre espectáculo concentrado y difuso. Los regímenes llamados comunistas viven en ese espectáculo concentrado porque sus revoluciones no fueron tal cosa. En todas partes se mantiene la primacía de la economía por encima de la persona.

“El espectáculo puede ser difuso o concentrado, dependiendo de qué estadio de pobreza niega y apoya. Siempre es imagen de armonía feliz rodeada de desolación y horror.”

El espectáculo concentrado oculta estados policiales apoyados en una sociedad burocratizada y totalitaria en la que la estrella absoluta esconde la explotación y el terror. La identificación con el líder idealizado, llámese Mao o Stalin, es prácticamente lo único permitido. El individuo no existe, y encima la economía, esa a la que también se subordina todo, no funciona, porque esa burocracia no lleva igual la agricultura que un agricultor, ni la industria igual que un obrero.

El espectáculo difuso es el de la sobreabundancia de mercancía que se da en occidente. Hay más falsas elecciones, más estrellas, es un espectáculo más elaborado, pero sigue sin haber individuos o libertad. Lo que gobierna son las cosas, esas que hay que consumir. Aquí se crean infinitas pseudonecesidades, en un círculo de creación de entusiasmo por productos que decepcionan cuando se compran y son rápidamente sustituidos por otros.

Tiempo espectacular


En la sociedad del espectáculo, que es el perfeccionamiento del capitalismo, se nos roba el tiempo y se nos distorsiona el espacio, manteniéndonos pasivos, ocupados pero sin actividad de vida real.

“El tiempo pseudo-cíclico consumible es el tiempo espectacular, a la vez en el sentido estricto como tiempo pasado consumiendo imágenes y en el sentido amplio como imagen del consumo del tiempo.”

Ahorra tiempo, cómprate un coche más rápido para circular por autopistas que te permitirán llegar antes a consumir comida precocinada que también ahorra tiempo, para luego pasarte horas delante de la televisión.

En la televisión se te publicarán momentos de vida real que son cíclicos: hay que esperarlos, el fin de semana, el festivo, la vacación de verano. Tenemos pseudomomentos, pseudo-ciclos que consumimos en bloques de tiempo prefabricados, desde series a paquetes turísticos. El uso controlado del tiempo es fundamental. Consumimos más y no tenemos tiempo para una actividad real. Es perfecto: todo este consumo nos decepcionará, pero no hay que preocuparse ni actuar, hay que esperar al próximo viernes o al puente de Semana Santa o al verano.

El espacio también es debidamente manipulado. Necesitas el coche y la autopista para ir a esa ciudad dormitorio o a esa urbanización de adosados en la que permanecerás debidamente aislado, no solo de la vida real sino ante todo de los demás proletarios. Que los proletarios no se unan es también fundamental. Así la falsa conciencia invade todo el tiempo que se te expropia y el espacio. Por eso a Debord le interesaba tanto que de repente pudiese alguien dejarse caminar sin rumbo, salir de la rutina establecida y observar otros lugares y como le afecta el urbanismo de cada lugar, para recuperar la actividad, la vida y la conciencia.

Se nos ha llevado a un punto en el que la vida individual no tiene historia, los ciclos falsos, que son de consumo, nos apartan de ellas y la conciencia historica es lo que hay que recuperar, la revolución para una sociedad sin clase pasa por una revolución, el tiempo tiene que ser social y humano, así se recupera el dialogo”

“El espectáculo es el epítome de la ideología porque en su plenitud expone y manifiesta la esencia de todos los sistemas ideológicos. El empobrecimiento, la esclavización y negación de la vida real. El espectáculo es la expresión material de la separación y extrañamiento entre hombre y hombre. El nuevo poder de engaño concentrado en él está basado en el sistema de producción en el cual a medida que la cantidad de objetos crece, también lo hace el dominio de poderes alienadores a los que está sometido el hombre. Este es el espacio supremo de una expansión que ha transformado necesidad contra vida.”