JUNG Y EL TAROT


Jung fue el primer psiquiatra en descubrir e investigar el inconsciente colectivo y darle una importancia y un significado relevante, ya que estableció la existencia de la paradoja final: que el yo consciente y el inconsciente existen de forma interdependiente. O sea, el bienestar de uno depende del bienestar del otro.

Si la conexión entre estos dos se debilita o directamente se rompe, la persona sufre desequilibrios psíquicos y la mente, el alma, cae en el caos. Investigando en sus pacientes, Jung descubrió que las principales causas de esta problemática derivaban del empobrecimiento del espíritu creativo de las personas.

En su trabajo clínico, Jung obtuvo pruebas de que estos desórdenes se debían a un estrechamiento de la totalidad psíquica, formada por consciente e inconsciente, donde el paciente se enfocaba solamente en lo consciente. También descubrió que estos malestares eran cada vez más agudos y frecuentes en épocas modernas, y pensó que se debía a que en la antigüedad las personas tenían un contacto mucho más cercano con lo creativo, con lo interpretativo y, sobre todo, con lo intuitivo.

Por eso le dio mucha importancia terapéutica a todas las formas irracionales con que el hombre había tratado de explorar los misterios de la vida en la antigüedad. Esto explica el interés que demostró por la alquimia, la astrología esotérica y el tarot. En específico, sobre este último, reconoció que Los Arcanos del tarot tenían su origen en los modelos del inconsciente colectivo, los arquetipos

Como los arquetipos en los sueños, Los Arcanos tienen una impronta simbólica que llega desde más allá del nivel de la conciencia y no pueden ser comprendidos de una manera puramente racional. Ya que, aunque tienen un valor simbólico específico, se deben interpretar en conjunto con la sensación y la intuición.

INTERPRETAR EL TAROT


Interpretar un arcano es un ejercicio de hierogamia en miniatura, ya que debe combinarse lo racional y lo intuitivo. Según Jung, el viaje interpretativo a través de las cartas del Tarot es básicamente un viaje al inconsciente, por lo que cualquier cosa que encontremos no es más que un aspecto de nuestro yo más profundo. Y dado que el origen de esas cartas data de un tiempo en que lo misterioso y lo irracional eran mucho más habituales que hoy en día, también servían de puente hacia la sabiduría ancestral de ese yo profundo.

En diversos comentarios sobre el tema, Jung concluyó que interpretar Los Arcanos del tarot sirve para proyectar el mundo interior hacia afuera, utilizando a las cartas como soporte de estas proyecciones. Ya que son ricas en símbolos y/o imágenes de gran contenido simbólico, sirven para representar aquellas fuerzas instintivas que habitan en la psique humana y a las que Jung llamó arquetipos.

Estos arquetipos funcionan en la psique de la misma manera que los instintos en el cuerpo, y si bien no pueden verse —como tampoco se pueden ver los instintos— pueden percibirse en nuestros sueños, pensamientos e imaginación activa, en donde aparecen como imágenes o personajes de fantasía.

CONEXION BARAJAS MODERNAR Y EL TAROT


Sabemos que las barajas de naipes tienen origen oriental y que o bien fueron llevadas a occidente por los templarios, o fueron introducidas por los musulmanes en los reinos de la península ibérica. Luego de varias prohibiciones y sus respectivos levantamientos, alrededor de principios del siglo XV, las barajas de “tarochi” italiano se convierten en el estándar, a pesar de no haber sido las primeras —que, como dijimos, eran españolas—, y de estas barajas de “tarochi” descienden las barajas modernas.

Ahora bien, misteriosamente, Los Arcanos mayores o triunfos —como se les llamaba en ese momento— desaparecieron de las barajas modernas. Pero en realidad no desaparecieron todos. Uno de los triunfos sobrevivió en los naipes modernos: el comodín, que es el descendiente directo de un antiguo triunfo del “tarochi”: el loco. Lo que nos demuestra que este arcano siempre fue muy especial.

EL LOCO


  • Conexión entre dos mundos: El comodín conecta dos mundos entre sí los juegos de naipes comunes y el tarot, el mundo ordinario en el que vivimos la mayor parte del tiempo y el mundo de la imaginación, poblado por los personajes arquetípicos y que visitamos ocasionalmente en sueños o visiones imaginativas.

  • Peligros del camino: En muchas Barajas de tarot el loco casi siempre aparece con un perro o a veces con otros animales simbólicos y parece como si este tratara de decirle algo, como si le estuviera avisando de los peligros en el camino.

    El loco casi nunca aparece mirando hacia donde camina. Generalmente lo vemos mirando hacia arriba o incluso hacia atrás, dando a entender que está tan cerca de su lado instintivo que parece no hacerle falta mirar por donde anda. Su naturaleza animal instintiva, representada en el perro, es la que guía sus pasos.

  • Intención de avanzar: En el arcano tradicional, el loco suele aparecer al borde de un precipicio. Pero esto es un salto de fe, ya que nunca se muestra si es un abismo o solo un pequeño barranco. Así, la energía del loco es inconsciente y sin rumbo, solo hay algo que expresa sin duda: la intención clara de avanzar.

    Este arcano habla de admitir y perseguir nuestra propia singularidad. La energía que antes usábamos para defender nuestra propia estupidez o la normalidad de una civilización que es profundamente anormal, ahora se libera para usos más creativos, para el desarrollo personal.

Números del tarot:


En el tarot de Marsella, que podemos tomar como baraja estándar no porque sea hermosa a los ojos sino porque simbólicamente es el más completo (posicionamientos, símbolos ocultos, colores, etcétera), el loco es el arcano cero. Y esto es muy importante, porque el cero está relacionado con su carácter y su destino.

Los números de los arcanos son clave. El tarot mismo, secretamente, es acerca de números. Todo lo que existe, incluidas las leyes naturales, puede ser mesurado en números. Esto demuestra que los números poseen una cualidad que trasciende el lenguaje u otros medios. Incluso muchos sistemas místicos, como la ipsofía griega o la gematría cabalística, consisten en asignar un valor numérico a las palabras o frases basándose en los valores numéricos de las letras que las componen, es decir, transforman las letras en números.

Los números representan de una manera comprensible, o por lo menos hasta un punto (porque los números también tienen un límite), la interrelación entre lo mortal y lo inmortal. Se suele decir que las palabras son la expresión de las ideas de los humanos y los números expresan las realidades de Dios.

Es por esto que el concepto de cero, considerado un arcano mayor en el mundo antiguo, no apareció en Europa, por lo menos públicamente, hasta recién el siglo XI, gracias a la traducción de las obras del matemático y alquimista islámico Al-Juarismi, también conocido en Occidente como Algoritmi (y de donde viene la palabra “algoritmo”).

El descubrimiento de esta aparente nada prácticamente creó el sistema decimal y, filosóficamente, reveló la asombrosa paradoja de que la nada ocupa un espacio, puede ser mesurada y contiene un gran poder. Y en el caso del tarot, este poder le fue asignado al loco.

En las antiguas cartas italianas de tarochi, el loco no tenía valor ninguno por sí mismo, pero aumentaba el valor de la carta junto a la cual se colocaba. Esto debido a que la esencia arquetípica misma del loco está escondida en el número cero, que representa la potencialidad infinita y el poder de la transformación. El cero puede convertir un uno en un millón, o sencillamente llevarlo a lo infinito.

Entonces, el loco, al igual que el cero, no expresa nada, pero lo contiene todo, y sin lugar a dudas, es el arcano más importante del tarot.

El símbolo del cero también es muy sugerente: es un círculo. Y un círculo con un punto en su centro es, desde tiempos remotos, el sigilo utilizado para designar al sol, fuente de luz y activador de vida. Así también, en los misterios antiguos, este símbolo se utilizó para representar el huevo del mundo, el origen de toda creación.

De hecho, en la cábala se lo relaciona con el concepto de Ein Sof: el interminable, el infinito. Ein Sof es el no-ser, porque es anterior a la creación y, por lo tanto, es un principio que permanece no manifestado y que es incomprensible a la inteligencia humana. Por eso es natural verlo emparentado con el cero: sin forma y sin semejanza con ninguna otra cosa. Y como el cero, vacío y lleno al mismo tiempo, nunca se agota.

En la antigüedad se consideraba que el universo, la creación, era eterna, debido a su balance perfecto expresado en ciclos, en movimientos circulares. Y creían que esta dinámica universal no solo se remitía a los movimientos de los astros, sino que estaba ligada a todo: por ejemplo, los ciclos de respiración, el fluir circular de la sangre, etcétera.

En su libro Platos voladores: un mito moderno, Jung sugirió que estos círculos voladores que se veían, o que se creían ver, podían ser el resultado de una visión, de una proyección psicológica de la plenitud a punto de irrumpir en la conciencia.

La idea del círculo —y, por extensión, del cero— como principio y fin del viaje también está expresada simbólicamente por la serpiente que se come la cola, el Uróboros, que infinitamente se crea, se alimenta y se transforma a sí misma al tragarse su cola. De la misma forma, el viaje del loco también es circular: llegando hasta el último de los arcanos para volver a empezar, surgiendo de la nada y moviéndose desde la inexperiencia y la intuición animal de la niñez, a través de las distintas etapas de aprendizaje y conocimiento, hasta la percepción intuitiva que es la sabiduría de la edad adulta.

En el contexto esotérico, el loco es el símbolo de la búsqueda de la potencialidad y del pequeño dios al borde del abismo de la manifestación. Una versión en miniatura del vacío primigenio, del cero universal, de donde surgió todo lo creado.

La esencia de esta interpretación se traslada al punto de vista de Jung, para quien el loco simboliza el individuo que comienza el proceso de individuación. Es el arquetipo del yo aún no realizado y en búsqueda del sí mismo. Y donde el sí mismo es el arquetipo que representa el objetivo del proceso de individuación: la totalidad del individuo y la unión entre consciente e inconsciente, y que Jung solía representar simbólicamente con un círculo o un mándala circular, el cual puede representar con el último arcano del tarot: el Mundo.