La Goecia Astral de los 72 ángeles y demonios es un sistema mágico operativo que se utiliza como método de exploración de la realidad y como puente entre lo superior y lo inferior, y que a su vez también puede interpretarse como un mapa de la psique y sus arquetipos.
Este es un sistema muy particular porque su estructura en sí es una síntesis moderna que combina la tradición de magia salomónica con influencias cabalísticas y astrológicas.
No es una fórmula que aparezca en los grimorios medievales clásicos, sino más bien una estructura esotérica posterior que trata de articular el Ars Goetia con la cábala, los 72 espíritus del Lemegeton con los 72 ángeles de la Shemhamphorash, a los cuales se les asignan correspondencias de la astrología clásica para caracterizarlos y hacerlos más comprensibles.
En la tradición cabalística, los 72 ángeles derivan de tres versículos del Éxodo 14:19-21, de donde se obtienen 72 nombres divinos de tres letras. Estos tres pasajes describen el momento crucial en que el ángel de Dios y la columna de fuego se interponen entre los egipcios y los israelitas justo antes de la apertura del Mar Rojo.
Cada uno de los versículos en hebreo contiene exactamente 72 letras, señal de que se trata de una clave simbólica. A partir de ahí surge la llamada operación del Shemhamphorash, el nombre explícito de Dios.
Procedimiento
El procedimiento consiste en escribir los tres versículos uno debajo del otro: el primero de forma normal (de derecha a izquierda), el segundo en forma inversa, como si fuera un espejo, y el tercero nuevamente en la dirección normal.
Esto genera una matriz de 72 columnas con tres letras cada una. Cada columna se interpreta como una raíz sagrada de tres letras, y así surgen los 72 nombres de tres letras.
Esta permutación de letras se considera una vía de acceso a los misterios divinos, condensando el poder de los versículos que narran el milagro del paso por el Mar Rojo, símbolo de liberación y tránsito hacia una nueva vida fuera de Egipto, o alegóricamente, hacia un nuevo estado del ser.
Influencia de la cábala medieval
En la cábala medieval, sobre todo desde Abufia y luego en la tradición práctica, cada uno de estos nombres se personificó con una inteligencia espiritual, es decir, en un ángel. Así nacen los 72 ángeles regentes, cada uno asociado con cualidades del alma y aspectos de la creación.
Equivalencia entre ángeles y demonios
En el sistema mágico occidental, especialmente desde el Renacimiento, con su síntesis entre hermetismo, cábala y cristianismo, se intentó poner a esos ángeles en correspondencia inversa con los 72 demonios o genios de la goetia.
De ahí surgió la idea de que cada demonio tiene un ángel opuesto o una contraparte luminosa, formando 72 pares de fuerzas complementarias: uno ligado a la sombra, a la energía caótica y tentadora, y el otro al orden espiritual y la elevación.
Es decir, por cada virtud hay un defecto, por cada fortaleza una debilidad…
Significado de Goetia
La palabra “goetia” proviene del griego antiguo goeteia, que aludía al trabajo realizado por un goés, un hechicero. Estos eran conocidos por prácticas como la necromancia y la evocación de espíritus del inframundo.
El goés tenía un estatus inferior al del mago, quienes eran expertos en rituales extranjeros, especialmente orientales, astrólogo, filósofo y generalmente sacerdotes, mientras que el goés, en cambio, recorría pueblos ofreciendo sus servicios para evocar entidades y pedirles favores.
Con el tiempo, el significado de goetia se refinó hasta designar específicamente la práctica de evocar y comandar demonios u otros espíritus considerados peligrosos o inferiores, lo que hoy se conoce como goetia.
Leyenda de Salomón
Buena parte de la goetia se basa en la leyenda del rey Salomón, según el Testamento de Salomón, escrito en los primeros siglos de nuestra era, este rey habría recibido de Dios un anillo mágico grabado con un símbolo sagrado, el sello de Salomón.
Con ese anillo, pudo someter a los demonios y obligarlos a trabajar en la construcción de su templo.
Estos relatos presentan al rey rodeado de un séquito de demonios dominados, espíritus a los que ordenaba tallar piedra, transportar materiales y revelar secretos ocultos.
Se habla frecuentemente de 72 demonios principales, un número cargado de simbolismo en la tradición esotérica.
Lemegeton
Durante la Edad Media tardía y el Renacimiento circularon manuscritos anónimos y grimorios atribuidos a sabios legendarios con instrucciones para evocar a esos espíritus, pero el verdadero compendio clásico de la goetia apareció en el siglo X con el manuscrito Lemegeton Clavícula Salomonis o La pequeña llave de Salomón, grimorio dividido en varias partes.
La primera de ellas se llama precisamente Ars Goetia, el arte de la goetia, donde se presentan los 72 demonios subyugados por el rey Salomón. A nivel simbólico, cada demonio puede entenderse como una personificación de un arquetipo oscuro o una energía en bruto, que luego se intentó emparentar con los 72 ángeles cabalísticos.
72 ángeles y demonios
Estos 72 pares de ángeles y demonios se asociaron con prácticas de invocación, amuletos y meditaciones, pero en algunos sistemas, como la cábala cristiana y la magia ceremonial, se los vinculó también a los 72 quinarios zodiacales, y a la idea de que el cosmos está custodiado por un número exacto de potencias espirituales.
La denominación “astral” aparece porque esta correspondencia se vinculó al zodíaco y a los decanatos astrológicos. Los 72 pares se distribuyen a lo largo de los 360° de la eclíptica, a razón de 5° cada uno. Así, cada persona, según su carta natal, estaría bajo la influencia de un ángel y su demonio correspondiente.
Lecturas simbolicas
Esta lectura conecta con una visión hermético-astrológica donde los astros reflejan el drama del alma: la tensión entre la fuerza ascendente y la fuerza descendente.
Más tarde, con el ocultismo moderno —especialmente en autores como Pierre Riffard, Éliphas Lévi y corrientes derivadas del Martinismo y de la Golden Dawn—, se termino de configurar la estructura interpretada como un mapa iniciático.
El adepto que trabaja con la goetia astral no busca únicamente evocar demonios o ángeles, sino integrar esas dos polaridades.
Desde la psicología profunda, se trata de estructurar simbólicamente el proceso de individuación: el encuentro con la sombra (los demonios) y la integración de la función trascendente (los ángeles).
En la práctica ritual se desarrollaron métodos de meditación e invocaciones dobles, donde se contempla al ángel y al demonio como reflejos del mismo arquetipo, donde el mago, en vez de reprimir o exorcizar al demonio, debe identificar la fuente de su energía y canalizarla con la guía del ángel, trabajando con el espejo luz-sombra.
Ejemplo:
Baal, también llamado Bael, el primer demonio de la goetia, y su ángel contraparte, Bejuyá, en el Lemegeton, Baal es descrito como un poderoso rey demoníaco que aparece con tres cabezas —gato, hombre y sapo— y cuyos dones mundanos son otorgar invisibilidad y dominio.
En clave simbólica, Baal representa la fragmentación de la percepción, la multiplicidad de máscaras que ocultan la unidad; la fuerza de lo disperso, por ejemplo, del ego dividido en múltiples papeles para sobrevivir y dominar.
Bejuyá, en cambio, es el primero de los 72 ángeles, asociado con la voluntad creadora, la iniciativa y la energía del comienzo. Es un ángel de fuego, relacionado con Aries y con el impulso primordial que rompe la inercia. Su función es otorgar claridad, determinación y capacidad de liderar sin caer en la dispersión.
Así, Baal y Bejuyá son dos polos de un mismo eje, interpretándolos esotéricamente Baal encarna el riesgo de perderse en múltiples rostros, de diluir la identidad bajo distintas máscaras, mientras que Bejuyá otorga el fuego de la concentración, el poder de unificar la energía hacia un propósito.
Si alguien naciera bajo el grado zodiacal regido por Bejuyá-Baal, su ángel le ofrecería claridad e impulso inicial, pero su demonio latente, Baal, lo tentaría con la dispersión y la fragmentación de la voluntad.
El trabajo iniciático, en este ejemplo, consistiría en reconocer esa sombra y comprender que la multiplicidad de rostros también puede ser una fuente de riqueza creativa, pero que necesita ser integrada bajo la unidad de la voluntad.
72 pares de demonios y ángeles
En este sentido, cada uno de los 72 pares funciona como un espejo doble. Por un lado, un demonio que representa una energía caótica, una potencia en bruto, y un ángel que da dirección para canalizarla y ordenarla.
Esta estructura se imagina como una rueda: 72 celdas recorren el perímetro, a seis por cada signo, en cada celda se miran frente a frente dos funciones de una misma potencia: un ángel que da forma, dirección y sentido, y un demonio que ofrece energía cruda, el riesgo y la tentación de desviarse.
Aunque no representa una guerra entre bandos, sino más bien un sistema de pedagogía del alma, donde cada signo propone una prueba, un aprendizaje y especialmente una reconciliación.
Perspectiva astrológica
Ahora bien, en su parte más astrológica, los seis pares de demonios y ángeles de cada signo tienen sus propios atributos, rasgos y singularidades, pero entre los seis conforman un mini arco de desarrollo característico de cada una de las 12 casas astrales, entre una puerta y la siguiente hay seis cámaras internas, los cinco grados donde cada ángel y demonio interactúan.
En la práctica —sea simbólica, reflexiva, meditativa o mágica ceremonial— esas seis cámaras pueden vivirse como microtramos de observación y trabajo interior, en las dos primeras se reconoce la energía que llega sin juzgarla; en las dos siguientes se la formula y se la ofrece a una medida más alta; y en las dos últimas se las encarna y se las agradece.
La corriente angélica da forma a ese itinerario y la corriente demoníaca lo estresa para que sea real en el sentido mundano, físico y no solo un ideal abstracto.
Aspectos de los mini arcos en rasgos generales:
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Aries comienza la rueda abriendo la puerta de fuego. El ángel enciende la voluntad y la vuelve un rayo nítido. La lección es encender sin quemar, iniciar sin atropellar o convertir impulso en decisión.
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Tauro: la llama busca cuerpo. El ángel enseña a dar peso y valor, a encarar lo que ocurre en la Tierra, en la materia estable, mientras que el demonio se fija en el exceso, vuelve apego lo que era cuidado y convierte seguridad en inercia. La lección es poseer sin ser poseído y disfrutar sin estancarse. Acá se aprende el secreto de la forma viva: lo que respira cambia, lo que no cambia se estanca.
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En Géminis se abre la biblioteca del aire. El ángel ordena la palabra, distingue, teje puentes entre los dos, mientras que el demonio disgrega y transforma diálogo en ruido. La lección es traducir multiplicidad en logros sin traicionar la pluralidad. Se aprende a preguntar mejor y a discernir con precisión.
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Cáncer vuelve a la casa primordial. El ángel contiene, nutre la memoria, da matriz y pertenencia, mientras que el demonio regresa transformado en exceso y manipulando mediante los afectos: confunde cuidado con encierro. La lección es proteger sin sofocar y recordar sin quedar atrapado en la nostalgia. Es decir, se honra el origen sin quedar prisionero de él.
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Leo reclama el centro. El ángel enciende el sol del corazón que irradia y crea, pero el demonio hincha el yo hasta volverlo un espejo vacío, un sol falso. La lección es brillar para iluminar y no para enceguecer. Esto afina la dignidad y la ética: la creatividad otorgada es para el servicio, no para el culto personal.
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Virgo purifica la casa. El ángel separa lo sutil de lo denso, pule y hace del detalle una oración, mientras que el demonio convierte el discernimiento en obsesión y la crítica en corrosión y conflicto. La lección acá es perfeccionar con sentido común, exactitud, pero con piedad.
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Libra pesa en su balanza. El ángel empuja hacia la medida y la belleza justa, y el demonio aplaca por el miedo y confunde con la indecisión. La lección es pactar sin entregarse. Se aprende que la justicia es uno de los pilares del alma.
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Escorpio desciende al fondo. El ángel guarda fidelidad a lo esencial y transmuta venenos, mientras que el demonio hipnotiza con poder secreto, confunde eros con dominio y verdad con control. La lección es renunciar a lo que no sirve y concentrarse en purificar lo que tiene valor verdadero. Acá se adquiere el coraje para mirar lo que duele.
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Sagitario apunta al cielo. El ángel da sentido y horizonte, un viaje con dirección, mientras que el demonio promete certeza total, fanatiza y huye hacia conceptos que tranquilizan solo momentáneamente, pero que a la larga son contraproducentes. La lección es sostener la dirección de la flecha, aprender el camino, pero no el dogma. Es decir, se integra fe con inteligencia.
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Capricornio escala la montaña. El ángel imprime forma ética, límite y perseverancia, mientras que el demonio vuelve cálculo frío lo que antes era ley interior y confunde responsabilidad con sí mismo. La lección es que el verdadero poder es mandar sobre sí mismo, no sobre nada ni sobre nadie.
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Acuario rompe y renueva. El ángel abre visión para la comunidad, inventa sin perder la humanidad, mientras que el demonio enfría, separa por orgullo mental, ama las estructuras más que a las personas. La lección es liberar sin desarraigar, pensar distinto sin aislarse.
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Finalmente, Piscis disuelve hacia el mar grande. El ángel entrega, une, compadece de forma lúcida. En cambio, el demonio derrite los límites hasta perderse: confunde mística con fuga y filosofía con fantasía. La lección es rendirse sin evaporarse y conectar sin disolverse. Así se cierra el año y se inaugura el siguiente silencio fértil.
Cabe aclarar que el ciclo también tiene un nivel extra: tres umbrales interpretativos mayores compuestos por casas no consecutivas. En Aries, Cáncer, Libra y Capricornio se toman y se renuevan votos: actuar con conciencia, cuidar sin retener, pactar con claridad, sostener la ley interna, etcétera. En Tauro, Leo, Escorpio y Acuario —el tetramorfo— se trabaja en las fijaciones: materia, identidad, deseo, ideas. Y en Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis se aprenderá a circular, decir la verdad, purificar, comprender el sentido profundo de las cuestiones, es decir, buscar la claridad.
Estos umbrales producen tres cruces. En el eje de cada una de estas cruces, los ángeles marcan el eurítmico “sí” que da la forma y los demonios señalan el “todavía no”, donde hay energía sin educación. El fin de la obra es que ambos se armonicen.
Proceso ritual
Este sistema generalmente se trabaja mediante sesiones o ritos cortos, pero continuos en el tiempo, y se desaconseja hacerlo de forma demasiado teatral o intensa. Incluso se dice que puede ser peligroso. Cuando se desarrolla desde un enfoque mágico, hay una preparación, una purificación y recién ahí se invoca a uno y se evoca al otro de formas mágicas tradicionales. Luego se lleva a cabo una integración simbólica sobre una cuestión en particular —que puede ser una intuición, un sueño o un conflicto personal— y finalmente se hace una síntesis que suele guardarse en una frase, en una palabra o en un sigilo que puede utilizarse para recordar o para meditar.
En el proceso se establece una intención clara al abrir cada dúo: qué virtud aprender, qué tentación vigilar, etcétera. Se agradece lo que se pudo integrar y se ofrece lo que aún resiste. Por eso el viaje es circular y ascendente. Por ejemplo, se vuelve a Aries tantas veces como haga falta, pero con otra calidad de fuego, o se retorna a Piscis con otra calidad de agua, si se entiende.
También es bueno comentar que en casi todos los textos ocultistas serios se advierte que quien se adentre en estas prácticas sin suficiente preparación ética y mental puede ser consumido por sus propios demonios, es decir, desestabilidad mental, obsesión, etcétera, generalmente atribuidos a un mal manejo de fuerzas astrales o potencias densas. Por eso, las prácticas tradicionales insisten en la purificación previa, la preparación meditativa y la ejecución responsable.
Conclusión
En el fondo, la práctica de la goetia astral nos confronta con un dilema filosófico y espiritual: la interacción con la sombra para obtener conocimiento o poder.
Desde la perspectiva del esoterismo tradicional, todo el universo, incluso lo oscuro, tiene un lugar en el orden divino; es parte de un plan, los ángeles representan principios puros, luminosos, y los demonios, principios distorsionados o fuera de equilibrio. Pero ambos no dejan de ser piezas del gran rompecabezas cósmico.
La goetia astral finalmente es un sistema esotérico relativamente moderno que conecta la magia angélica, la goesia y la astrología, intentando reconstruir cómo los antiguos misterios exploraban los límites de la realidad e intentaban comprender la eterna danza entre luz y oscuridad que sucede dentro y fuera de nosotros.